La aparición del nuevo virus SARS-CoV-2 ha impulsado a buscar alternativas de tratamiento en medicamentos ya existentes, como la ivermectina. Este es un agente antiparasitario semisintético derivado de la avermectina B1, con amplio espectro de actividad, alta eficacia y margen de seguridad, ya usado en más de dos mil millones de personas. In vitro inhibe a las proteínas importinas (IMP), cuya función es reconocer señales de localización nuclear de proteínas virales y promover su replicación. Se ha demostrado que la ivermectina tiene efecto inhibitorio en el ingreso al núcleo y en la replicación viral de los virus VIH-1, DENV2 y otros flavivirus1.
In vitro la ivermectina administrada en 5 μM redujo 5.000 veces los niveles de ARN del SARS-CoV-2. Sin embargo, esta concentración inhibitoria máxima media (IC50) para el virus es 35 veces mayor que la concentración plasmática máxima (Cmáx), por lo que se perdió el entusiasmo y no se realizaron posteriores estudios. Si se quisiera alcanzar la IC50 a nivel pulmonar, se tendría que utilizar más de 25 veces la dosis aprobada semanalmente2. No obstante, cuando no se ha dispuesto de hidroxicloroquina en Latinoamérica, se ha usado con resultados satisfactorios. Al comparar 704 pacientes hospitalizados que recibieron una dosis de ivermectina (150 μg/kg) con 704 controles se encontró que, de los que requirieron ventilación mecánica, fallecían menos cuando recibieron el medicamento (7,3% vs. 1,3%). La mortalidad general fue menor en los casos (1,4%) que en los controles (8,5%) a un «Hazard Ratio» (HR) de 0,2, IC95%: 0,11-0,37 (p < 0,0001)3. Este esquema de dosis única ha sido clásicamente utilizado en diversas parasitosis; no obstante, considerando que la ivermectina es conocida por ser segura y bien tolerada, puede que no sea suficiente para enfermedades virales como COVID-19, por lo que se requieren más estudios al respecto.
Por otro lado, el efecto antiinflamatorio de la ivermectina ha sido demostrado in vivo e in vitro al reducir la producción de TNF-alfa, IL-1 e IL-6, y suprimir la translocación de NF-kB inducida por LPS4. En ratones la administración de 2 mg/kg de ivermectina suprime en las vías respiratorias la hipersecreción de moco, disminuye el reclutamiento de células inmunes y la producción de citoquinas e IgE/IgG1 en el lavado broncoalveolar5. Esto demuestra que la ivermectina no sólo tiene efecto antiinflamatorio a nivel sistémico, sino también en el tejido pulmonar.
La enfermedad causada por este virus se divide en distintas fases: La asintomática, la enfermedad sintomática leve y la enfermedad respiratoria inflamatoria severa. Las dos primeras son dependientes de la replicación del SARS-CoV-2; en cambio, la última se atribuye al estado hiper-inflamatorio denominado tormenta de citoquinas. La evidencia sugiere que este medicamento podría actuar en las distintas fases de la enfermedad. Es necesario realizar estudios controlados para poder demostrar primero el efecto de la ivermectina contra el COVID-19, luego ver si este efecto es por su acción antiviral y finalmente estudiar si su administración es conveniente también en pacientes hospitalizados con enfermedad severa por su aparente efecto antiinflamatorio.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.