He leído con interés el artículo de C. Represas-Represas et al.1 en el que analizan la efectividad a corto (1 y 2meses) y largo plazo (1año) de un programa de formación tutelado sobre la realización e interpretación de la espirometría, en el que obtienen resultados muy buenos. Estoy totalmente de acuerdo con los autores cuando organizan conjuntamente las sesiones de formación con los técnicos, que realizarán las espirometrías, y con los médicos, que deberán informarlas. Esto es importante, ya que los conocimientos de la técnica y sus requerimientos son básicos para no informar solo números, de la misma forma que para los técnicos es imprescindible entender lo que están realizando. Pero me sorprende, por un lado, que al analizar los resultados utilicen la realización e interpretación de la espirometría como un único parámetro, cuando son 2aspectos que, si bien tienen relación, deberían ser evaluados por separado, ya que cada uno de ellos tiene sus connotaciones específicas. Por otro lado, falta en el artículo la definición de espirometría correcta. Los autores hacen referencia a las recomendaciones de la ERS/ATS/20052 cuando describen la fase de formación; estas recomendaciones indican que para obtener una espirometría de calidad es necesario conseguir un mínimo de 3maniobras aceptables (sin errores) y con diferencias entre los 2mejores FVC y FEV1 inferiores a 150ml. Una limitación importante del estudio, tal como indican los autores, es que «no se analizó la reproducibilidad en las espirometrías», ya que solamente analizan una única maniobra y lo hacen solo de forma gráfica; en tal caso, pues, no es posible hablar de calidad de la espirometría, ni desde el punto de vista de reproducibilidad (son necesarias 3maniobras) ni desde el punto de vista de obtener un mínimo de 3maniobras aceptables, tal como las recomendaciones vigentes2 nos indican. Revisando la literatura, entre otros autores3,4 que estudian el grado de cumplimiento de las recomendaciones en la realización de la espirometría, utilizan, al hablar de calidad, una gradación de la A a la F, admitiendo solo las de grado A y B como espirometrías de calidad (mínimo de 3maniobras aceptables, sin errores, y una diferencia máxima en las 2 mejores FVC y FEV1 de hasta 200ml), y obtienen unos índices de calidad de entre el 71 y el 90% de las espirometrías evaluadas. Recientemente Borg et al.5 han publicado un estudio realizado durante 5años en el que obtienen unos índices de calidad de entre el 61 y el 92%. En todos los casos mencionados los índices por ellos obtenidos están en los rangos que los autores obtienen. Por ello cabe preguntarse: ¿se siguieron, para evaluar las espirometrías, los criterios que utilizaron en la formación?2. Si es así, no cabe más que felicitarles; si no los siguieron, deberían indicar claramente qué entienden por espirometría de calidad, ya que es el elemento básico sobre el que sus resultados se sustentan, y dependiendo de ello pueden ser excelentes o llevar a error a los lectores. Es evidente que todos los esfuerzos por formar al personal que trabaja con la espirometría son loables, pero al evaluarlos es imprescindible seguir unos criterios claros y acordes con las recomendaciones existentes.
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